El pingüino chileno. Lleva a sus espaldas muchas horas de vuelo. Hellen le rescató de una vida monótona en un cubilete donde no le hacían mucho caso, él quería ver mundo, viajó con ellos a la Isla de Pascua, uno de los sueños de su vida, allí aprendió el Rapa-Nui e hizo en piedra un moai de un pingüino. Le chifla el color violeta y nunca dice que no a un buen pisco.
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